lunes, 31 de enero de 2011

En el nombre de la calle...

               En casa suelen decirme, asombrados, que muchas veces me fijo en lo que nadie repara… y viceversa (que en ocasiones no me llama la atención lo que a la generalidad suele entretener). Sí, suelo reparar en detalles que otros pueden considerar nimios, ¿qué le voy a hacer?, nada malo hallo en ello. Una de esas cosas es conocer el por qué de los nombres del callejero de mi pueblo.


               Lejos, gracias a Dios, queda ya aquella nomenclatura que nos hacía asemejar a un cuartel más que a un pueblo. El coraje es que aquellos nombres no se quitaron oficialmente hasta bien entrada la democracia… incluso entrado el siglo XXI coleaba algún que otro azulejo. Sólo nombrarlos agobia: Generalísimo Franco (calle Nueva), Queipo de Llano (calle Larga), General Mola (calle Real), Comandante Haro (calle Empedrada), José Antonio Primo de Rivera (calle San José), 18 de julio (plaza Isabel II). Obviaré Alférez García Mateo, no sé, será porque fue hijo del pueblo, aunque yo le hubiera dedicado otra calle y haber dejado San Sebastián tranquilita. Ya me dirán con semejante sarta de “ilustres” personajes si no parecía que estábamos constantemente en guerra. Aunque para guerra, con su mijita de guasa, la de la calle Larga: (hagan repaso de los apellidos, motes y apodos que tengan que ver con algo belicoso que en ella habitaban)… ojalá todas las guerras fueran como esas.

              Siempre me han encantado los nombres que, a fuerza de costumbre, se han quedado grabados a fuego, fruto de la espontaneidad del pueblo a la hora de nombrar las cosas por su nombre. Son aquellos que de siempre se han llamado así, tanto que, cuando hablo con amigos de fuera y les digo el nombre de alguna calle, me suelen responder: -“anda que se han quebrado mucho la cabeza”. Tal es el caso de la calle Larga (porque es larga) o Tras Iglesia (porque está en lo que consideramos detrás de la Iglesia). Nombres de siempre, como ocurre con Piñón (porque, al parecer, había un “peñón” en la esquina con Paraíso), Iglesia (porque conduce a la Iglesia), Empedrada (porque era de las pocas que estaban empedradas). El caso más políticamente incorrecto es el del humanista, amigo de Elio Antonio de Nebrija, que da nombre a la calle donde, según el diccionario de Tomás López (1760), nació y vivió: Matamoros, último apellido de D. Alfonso García Matamoros. (Obviaré las peregrinas razones que aún muchos dan, capaces de hacer sentir vergüenza ajena a cualquiera)

               También están las calles que reciben el nombre de hechos o acontecimientos que sucedieron en ellas, aunque con anterioridad recibieran otros nombres, el pueblo las ha rebautizado con la misma espontaneidad por la importancia del acontecimiento que, en cierta medida, cambió su devenir: Aparición, porque allí sucedió la “aparición” de la Imagen de nuestra Patrona, antes se llamaba del Álamo. Virgen de los Remedios, antaño Misericordia, por la Hermandad de beneficencia y caridad que radicaba en la ermita. Otras obedecen a la misma forma, pero impuestas: San Isidro, antigua Chuzos; Isabel II, antigua plaza Vieja; Plaza de España -vulgo plaza Nueva- que en principio se llamó Altozano (en documentos de hace tres siglos “Huertas del Altozano”), y la mencionada calle Alférez García Mateo, ¡con lo bonito que es San Sebastián! (yo, mientras pueda y viva, seguiré llamándola así).

               Caso lógico es la distinción Nuevo vs Viejo: Plaza Nueva vs Plaza Vieja, lo que hace adivinar cual fue la primitiva plaza principal de Villarrasa. Lo mismo ocurre con los edificios escolares: Colegio Viejo vs Colegio Nuevo. De igual modo hubiera ocurrido de haberse construido una nueva Iglesia en el “lugar del Altozano” como proyectaron a finales del siglo XVIII, de haberse llevado a cabo, estaríamos hablando de “Iglesia Nueva” e “Iglesia Vieja”, esta última, la que actualmente existe. Puede que algún día me decida a escribir de aquella Iglesia Nueva que se quedó sólo en los papeles del Arzobispado hispalense… hay datos muy, pero que muy interesantes.

               Por otro lado están los nombres no oficiales que denominan partes del pueblo o barrios: El Prao, Pinichi, El Ventorrillo… todos sabemos dónde están, pero casi nadie es capaz de delimitarlos exactamente, porque, entre otras cosas, no sólo nombran lugares físicos concretos, sino a algo mucho más profundo: la idiosincrasia de su gente, su historia, sus sentimientos… por eso me resulta tan chocante que se oficialicen sus nombres en lugares concretos. No me gustaría que “El Prao” acabara reducido al nombre de una placita de nueva construcción y que las generaciones futuras sólo lo conocieran por eso.

               Para terminar, una sugerencia (bueno, varias): Observo con alegría cómo mi pueblo crece. Esta alegría se acrecienta, fachadas color natilla y chocolate aparte, cuando me doy cuenta de que su crecimiento no obedece a una vorágine constructora tan feroz como la de los años pre-crisis (yo diría pro-crisis). Se han abierto nuevas calles, entre las que distingo la que va desde la calle Aparición hasta el paseo de los Estudiantes y su perpendicular que desemboca en Gazapa. Se me antoja buena oportunidad para rendir homenaje a dos personas que desarrollaron su labor de forma ejemplar en campos tan distintos como igualmente beneficiosos para la colectividad de Villarrasa, ambos murieron en pleno acto de servicio, dieron su vida por los demás hasta el último segundo: Alcalde José María Boza Benavente y Párroco José González Ramírez. De igual modo se está adecentando ese apéndice paralelo a la calle Nueva y perpendicular a la calle Pinta, hora va siendo de dedicar una calle a un docente hijo de Villarrasa y que también nos dejó en pleno acto de servicio, todos los alumnos lloramos su ausencia y recordamos su carisma, y qué mejor lugar que junto al antiguo Colegio donde desarrolló su labor: Maestro Luís Domínguez.
Nunca es mal momento para desear buen año... en este video se ven algunos rincones de Villarrasa. Espero que su dueño no se moleste por que lo haya puesto aquí... espero que no.


miércoles, 26 de enero de 2011

Mira quién habla...

               “Siempre habla un cojo de la pata que cojea”, “piensa el ladrón que todos son de su misma condición”… y muchos más dichos y verdades de nuestro rico refranero para definir lo que viene siendo una constante con tan solo ponernos delante de un medio de comunicación. La demagogia y el cinismo elevado a la máxima potencia, y ahora más, que estamos en campaña electoral (¿en verdad alguien cree que aún no estamos?).


               Y es que, ¿quién puede hablar mejor que un burro de sus orejas? Y ocurre que cada cual parece que habla en los términos donde mejor se mueve, y ahí me tienen al Sr. Ánsar… perdón, Aznar cuando dice: “España está intervenida de hecho y ahora lo que se está discutiendo es si será intervenida de derecho”… será, quizás, porque su visión política sea esa, la de intervenir… Pánico retrospectivo me da pensar en qué manos hemos estado durante ocho años… lo dejo ahí. O cuando la señora Aguirre soltó aquello del “pitas, pitas” , en realidad lo que estaba haciendo era demostrar al mundo que, para ella, toda una Presidenta de toda una Comunidad (y qué Comunidad), el sistema de subsidios no es más que un limosneo -como si el dinero fuera suyo- y no un derecho contraído (si no, que no se hagan las leyes). O cuando nos decían: “Andaluces, este no es vuestro referéndum, no os dejéis engañar”, lo hacían desde la perspectiva de su forma de hacer las cosas: engañando a un pueblo que prejuzgaban inferior… así luego se le pasó la factura que se le pasó. O cuando el Vidal este, cuya mente la tiene en su apellido, en un alarde de andalufobia, llamó cretino a Blas Infante, así como racista y “chenófobo” a personas que ya no se puede defender, estaba delatando su visión de que en política gana aquel que domine el noble arte de la descalificación y el insulto (la ofensa forma más parte del destinatario).

               Quien está obsesionado con el sexo no ve más que una orgía en las bóvedas de la Capilla Sixtina o tiene una erección cuando ve la Venus de Cnido. Me recuerda la escandalera que se montó hace años en ciertos sectores capillitas de mi Huelva porque, entre humos de incienso, se vislumbraba la ropa (ignoro cómo sería) que llevaba Manuela Parralo en la procesión del Santo Entierro, que si "sólo le faltaba el látigo y el arnés sadomaso", etc… al parecer no había nada más en qué fijarse. ¿Y qué me dicen de los morritos de la Pajín que traen tan por la calle de la amargura a tan venerable alcalde de la Vieja Castilla? Siempre la pícara de Eva tentando al pobre de Adán.

               Y lo que más me enerva la sangre es cuando saltan a tenor de la asignatura “Educación para la Ciudadanía” (que no seré yo quien cante sus bondades). Siempre tiene que hablar de educación ante la prensa alguien que de educación sabrá lo mismo que yo de física cuántica. Cuando sueltan aquello de que es un “adoctrinamiento”, dejan bien a las claras que su visión de la enseñanza no es más que eso, un adoctrinamiento... con la única diferencia de que no se "adoctrina" al gusto de quiénes lo dicen. "SAPERE AVDE"... ¡cuánta verdad en tan poco latinajo!

               No he sido selectivo a la hora de nombrar los casos, han sido tal cual me han venido a la cabeza… lo siento si todos obedecen al perfil de un lado político. Descuiden que los del otro lado tampoco se libran. Tengo para todos, incluso para mí mismo.

jueves, 20 de enero de 2011

El grano de mostaza: San Vicente.

               Que Villarrasa es un pueblo de fuertes contrastes, es algo de lo que no me cabe la más mínima duda desde que vi su luz por vez primera. Me causa tanta ternura como admiración imaginarme aquel callejero de no hace demasiadas décadas, empedrado en el mejor de los casos, con regajos a pie de acera (si es que existían) y por él procesionando auténticas joyas de imaginería, bordados y orfebrería… una extrañeza que subyuga. En las costumbres y tradiciones pasa tres cuartos de lo mismo: somos capaces de dejar boquiabierto a cualquiera que venga de fuera y de todo lo contrario. Créanme que he dudado a la hora de catalogar a San Vicente como uno de sus granos de mostaza, pero al final me he decantado por el sí. Las fiestas en su honor son una realidad que cada vez va a más. Una romería de carácter más civil que religioso (no en vano la organiza el Ayuntamiento) cada vez con más asistencia y participación, que se va adornando y rodeando de cada vez más parafernalia y organización, por eso merece ser uno de los granos de mostaza que definen la personalidad de Villarrasa, pero sólo por eso.


               Para que nos entendamos, San Vicente Mártir es el Patrón, digamos “canónico”, de Villarrasa (aunque no me consta ningún documento donde así rece). Al menos, es el titular de la Parroquia. Se me antoja, ya que no poseo nada que lo avale, como una devoción “impuesta” desde jerarquías más altas en tiempos demasiado remotos, tanto que jamás he escuchado a mis mayores hablar con ardor de la devoción hacia San Vicente y de sus posibles cultos y fiestas, nada que ver con otras advocaciones nacidas desde lo más profundo del sentir popular… no hace falta ponerme a nombrar nada.

               Se tienen noticias de que su antigua Imagen, destruida en 1936, ocupaba una de las hornacinas del magnánimo retablo mayor de la Iglesia. Éste era de columnas salomónicas, obra del afamado tallista Bernardo Simón de Pineda, que lo hizo a finales del siglo XVII. Creo que de dicho retablo se conserva una foto, obviamente anterior a la guerra “civil”, del laboratorio de arte de la Universidad de Sevilla… por más que estoy buscando, no doy con ella. Después de aquel acontecimiento histórico, capaz de hacer caer la cara de vergüenza a cualquier país, fue el siempre recordado D. Rafael Infante quien devolviera a Villarrasa la Imagen de su Santo Patrón de manos del artista Geronés Vallés, de los talleres de los Salesianos de la Trinidad de Sevilla. Esta nueva Imagen, quizás encargada con más ilusión que rigor artístico, ocuparía la hornacina central del retablo del altar mayor una vez reabierta al culto Iglesia Parroquial en 1954, lugar que ocuparía hasta que a principios de los 70 fuera desterrado a los pies del camarín de la Inmaculada, tapándose el hueco de su hornacina y colocandose un Crucificado… además de otros muchos, digámoslo finamente, “detalles” en aras de una mal entendida renovación litúrgica. Eso sin contar con ese intento de travestir a un San Juan Evangelista que, con la excusa de ser una Imagen “astorguiana”, se tuvo durante unos años con la mejor de las intenciones pero con resultados más que nefastos en el sentir popular.

               Lo que hoy se hace es un día de convivencia en el campo, en un merendero municipal, cerca del paraje la Dehesa Espina, nada comparable a cuando se celebraba en nuestra Dehesa Nueva (y digo “nuestra” con mucha razón de causa). Un día en que se degusta el típico tostón con sardinas, y se constata la hospitalidad del villarrasero. Cualquiera que asista sin viandas sale con hartura: el Ayuntamiento reparte sardinas, pan, aceite y vino de nuestras respectivas cooperativas y empresas. En los últimos años no faltan el tamboril mañanero y alguna que otra banda-charanga que amenice la jornada. Jornada ésta que, en ocasiones y según quiénes, se convierte en dos y llegará el día en que la costumbre se haga ley, y me parecerá estupendo. Hará unos veinticinco años hubo un tímido intento de “sacralizar” de algún modo esta romería que de religiosa tiene sólo el nombre (ojo, que no me parece mal), confeccionando una insignia con forma de simpecado montado en una especie de carreta, también hecha exprofeso, como bien muestra la foto adjunta publicada en la Revista de la Hermandad de San Isidro Labrador del año 2006 (sí, eso es San Vicente, no San Isidro).

               Este año, el Ayuntamiento ha tenido a bien organizar un acto cultural previo a la romería –algo sin precedentes, al menos que yo sepa- consistente en un Concierto en el recién estrenado Centro Multifuncional GADEA (me encanta el nombre), a cargo de la Orquesta de pulso y púa “Rodríguez Albert” de la Asociación Cultural “Dos Ríos” de la O.N.C.E.


               En cuanto a sus cultos religiosos, se reducen éstos a un triduo y Función el 22 de enero, día de su onomástica, por supuesto con ornamentos rojos, como corresponde en la festividad de los mártires. Me llegan rumores de que existe inquietudes de poderse organizar algún culto externo como una procesión con su Imagen. Por mi parte, abierto estoy a cualquier iniciativa, pero si lo que se pretende es hacer un mal remedo de lo que nos despachan en los coleccionables de prensa semanasanteros... mejor dejarlo como está.

Pues eso, ¡Viva San Vicente!

martes, 18 de enero de 2011

De trofeos y otras idolatrías.

               Que haya gente que se haga kilómetros y más kilómetros sólo para fotografiarse al lado de la Copa de la FIFA, ganada por la selección Española en los últimos Mundiales, es tan respetable como los kilómetros que yo me pueda hacer para visitar una exposición de Rodín (por cierto, genial ver la "Puerta del Infierno" o "El beso" la última vez que estuvieron en el Museo de Bellas Artes de Sevilla) o para ver un concierto de Tejera, o váyase a saber. Y por eso de que todo, por excéntrico que nos pueda parecer, es respetable siempre que no cause perjuicio al prójimo, me abstengo de juzgar las acciones de nadie. Pero no puedo evitar, quizás por mi gusto por la psicología, ser observador de comportamientos.

               Y es que en estos días rula por nuestra geografía más cercana (hoy Huelva, mañana La Palma, Zalamea y Riotinto) esa escultura aúrea que llaman Copa de la FIFA, y ahí me tienen a las masas dándose de tortas por ser los primeros de la fila... amén del "orgullo" que supone tener, aunque sea por unas horas, nada menos que la copa que levantó Iker Casillas (Sí, el que se morreó en directo con la Carbonero... perdonen el desliz telealcahuetero, lo he dicho porque puede que algunos lo conozcan sólo por eso... prometo que no volverá a pasar). Me llegan rumores de que no es la original, pues ésta, dicen, la custodia siempre la FIFA. De ser cierto, debe ser muy frustrante. Pero bueno, ya se sabe, sarna con gusto...

               Me viene a la mente lo que me ocurrió hace un par de años, cuando la Selección Española ganó la Copa de Europa y ocurrió lo mismo: el susodicho trofeo peregrinó por toda la piel de toro. El día que estuvo en la Casa Colón de Huelva, en la sala de enfrente se celebraba una exposición de Imaginería religiosa particular... auténticas joyitas de culto privado. Un amigo me animó a visitarla, no en vano se exponía una Imagen suya de factura antigua. Aproveché un rato libre (no me acuerdo que fue lo que fui a hacer en la capital) y me acerqué. Cuando llegué, aún no habían abierto el "besamanos" del trofeo en cuestión, sin embargo la exposición de Imágenes particulares sí. Accedo a ella y, a la misma puerta de la sala, llega una pareja joven preguntando si se podía ver la Copa, yo les dije que se habían confundido y les expliqué qué tipo de exposición era aquella, que la que buscaban abríría más tarde.

               La cara de asco que pusieron, sólo sería comparable a la del Fary comiendo limones (vale, ya sé que no he sido original, pero no se me ocurría otra). Creo que pude escucharles algo como que para ver trozos de escayola siempre había tiempo o que le daban nauseas el olor del inci
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enso que allí había. Yo, que ni me iba ni me venía aquello, ví aquella expresión de lo más absurda y contradictoria y les llegué a decir divertido: Aquí se expone el santo y en la sala de enfrente (donde estaba la copa) una jarra del paso, pero vamos, que si a mi me la dieran, la tiraría porque parece de serie... Como parecía que les hablaba en chino, la feliz pareja tornó hacia la puerta principal a la espera de que el "segurata" habriera la sala donde se custodiaba su particular becerro de oro que, al fin y al cabo, poniéndonos nihilistas (que no lo soy), sería la misma estupidez. Resulta que el Gran Poder es un "cacho de palo" y no

 hay por que cogérsela tanto con papel de fumar si a alguien le dá por darle patadas y arrancarle un brazo, porque, claro, estamos en el siglo XXI y no hay que ser tan fanático. Me gustaría saber que pasaría si a alguien le diera por coger semejante maja del gazpacho (llámese copa de la FIFA) y revolearla al suelo...

               Consecuencia: Todo es respetable en esta vida pero, en ocasiones, no reparamos en nuestras propias contradicciones a la hora de juzgar el comportamiento de los demás. Por eso, si alguien es feliz aguantando horas de cola para tocar un trofeo, pues ole sus coj...

Fotos:
 http://www.lahuelvacateta.wordpress.com/
http://www.madeinhuelva.es/

miércoles, 12 de enero de 2011

El regajo "El Sapo"

               Acabo de llegar del campo. Pocas cosas habrá más bellas que un crepúsculo desde el solitario olivo que se erige en una de las lomas del padrón Molino de Viento, muy cerca del arroyo del Sapo. Hacia el este se divisa el -cada vez menos- blanco caserío de Villarrasa. Su torre, entre los dos palmarates del cementerio viejo, como si de unas villarraseras Justa y Rufina se trataran. Desde allí se vislumbra la torre en todo su esplendor, ni deamsiado sutil ni excesivamente chata. Sin barroquismos donde uno se pueda perder escudriñando detalles, ni excentricidades que intenten a la desesperada llamar la atención. Agradable, justa, suficiente, elegante... Podría uno tirarse horas mirándola, que nunca cansa a la vista.... Simplemente tan sencilla como perfecta. O será que yo la veo así... pudiera ser.

               A veces envidio a mi padre, agricultor de sabiduría antigua, que, seguro, será el que mejor conoce palmo a palmo el término municipal de Villarrasa. Yo no tanto. De vez en cuando me gusta sentir esa extrañeza del que acaba de llegar con algo que tenga que ver con mi pueblo, experimentar la admiración del que acaba de conocer algo suyo. Y lo experimento cada vez que visito parajes que hace ya bastantes años que no piso. Y eso es lo que me acaba de pasar hace escasas tres horas, y qué pena no haber llevado conmigo la cámara o el móvil para sacarle algunas fotos.

              Y estando en el mencionado paraje que, por otro lado, no es nada del otro mundo (aunque, ya digo, desde allí se tienen de las vistas más bellas de mi pueblo) sí que me trajo recuerdos muy intensos de mi niñez (siete u ocho años, no más) cuando, con la pandilla de mi hermano, que ya eran adolescentes, íbamos a coger renacuajos al mencionado regajo. Y allí siguen estando, como entonces, los dos enormes chopos que nos servían de referencia para alcanzar el paraje cuando, desde el antiguo campo de futbol, pretendíamos cortar camino atravesando lindazos y veredas. Ya de vuelta deshacíamos ese particular camino antes hecho al andar y en nuestras manos, el fruto de tan divertida "pesca" encerrados en botes de café soluble. No alcanzaba a comprender qué le sacábamos a aquello... o puede que sí, que le sacábamos bastante, sólo que lo comprendimos, al menos yo, mucho más tarde.

               Y se mofaban de nosotros en el instituto cuando decían que no teníamos parque... Lo único que me fastidiaba de aquello era lo cansinos y repetitivos que se ponían algunos, no otra cosa. ¿Quién quiere una maceta teniendo un jardin entero?


Foto: http://www.campanasmendoza.com/
Es la única foto que he podido encontrar del paraje, aunque visto desde el campanario de la torre.

lunes, 10 de enero de 2011

Yo reivindico...

               No sé si será por esta especie de dictadura de lo políticamente correcto, del no llamar a las cosas por su nombre que, a veces, deja demasiados huecos por donde puede colarse la demagogia y el relativismo pueril. Será por este mundo al revés en que parecemos estar donde un hijo puede tiranizar a sus padres y encima con derecho a impunidad, o que unos padres le pidan cuentas al maestro por algo que sólo a los primeros compete... Será porque en esta bendita España nos tomamos las leyes demasiado al extremo, quizás fruto de que nunca nos han dejado ser dueños de nuestro destino y siempre hemos estado a merced de antojadizos salvapatrias que, entre unos y otros, nos han ido recostado en el fácil diván del conformismo, del "esto es y seguirá siendo así", "aquí hace falta mano dura"... esta última expresión como una contracción de: "A mí que me hagan las leyes y que me las ordenen (ya me encargaré de saltármelas a la torera) y así me limpio de culpas sobre lo que pase en mi comunidad". No sé si será por este peligroso juego de hacer verdugo a la víctima y viceversa, que haga que veamos a Garzón en el banquillo y a los de la Gurtel en el escaño... No se, pero cada vez me voy pareciendo más al cuadro de Munch "El Grito" cuando llego al hartazgo de escuchar demasiadas gilipolleces desde los medios de información... y si ya entramos en la red de redes... ni os cuento.

               Las reacciones del pópulo ante algunas nuevas leyes son un predíctor de que aquella España machadiana de charanga y pandereta sigue aún vigente. La nueva ley anti-tabaco ha quitado muchas caretas que algunos creíamos inexistentes. Una vez más, la chulería, la rapiña, la agresividad y la picaresca, disfrazadas de demandantes de derechos (qué ironía), muestran su cara y, a la par, las verguenzas, ajenas y propias, de todos. Pues yo hoy, haciendo uso de los modos y formas que últimamente se estilan, ya me he "jartao", y desde aquí reivindico también mis derechos:

               Reivindico mi derecho a poder cortarme las uñas, tirarme un buen eructo o un sonoro pedo cada vez que me venga en gana, en cualquier habitáculo público. No hay derecho a que me condenen a encerrarme en el aseo para proceder a dar lustre a mis extremidades quitinosas o a dar rienda suelta a los digestivos gases. Yo quiero que en el comedor de mi puesto de trabajo se me reconozca mi derecho de hacer saltar mis "peinetas" sobre los bocatas de los demás... ¡que se vayan ellos al baño o a la calle a comérselos!, faltaría más. ¿En los bares?, pues reivindico una o varias escupideras por mesa.... no tengo por qué aguantar cola para entrar en el wc pudiendo "echar la caña" allí mismo, ahhh y si la ley no lo permita, las utilizáis para servir las tapas, que queda de lo más guay y transgresor, ¿que no?

               A que sí, a que queda ridículo ¿Se imaginan lo grotesco que puedo resultar si me da por decir esto delante de cualquier cámara?... pues, para mí, no tiene mayor consideración quienes así obran defendiendo lo indefendible. Tú puedes fumar todo lo que te venga en gana, pero respeta al que no lo haga. Tengo un familiar muy cercano que está padeciendo como si se hubiera llevado toda la vida fumando, sin haberse llevado jamás un cigarro a la boca. A eso sí que no hay derecho.

Foto: lacomunidad.elpais.com/blogfiles/jecalorena/2...

jueves, 6 de enero de 2011

Los Reyes Majos.

               Me llamarán aguafiestas si admito que nunca creí –o, al menos, no tengo conciencia de ello- que los Reyes Magos no son los padres, pero así es. No recuerdo a mis progenitores decir nunca nada al respecto, dejaron que me diera cuenta por mí mismo… bueno, también el hecho de tener un hermano mayor ayuda bastante en las despabiladeras.


               Yo tendría unos cuatro o cinco añitos, no más, cuando, después de ver pasar la Cabalgata por mi puerta (por entonces sí pasaba), dijo mi madre: ”A ver qué nos han dejado los Reyes”. Aquella expresión suya salió espontánea, ni de lejos lo dijo como queriendo engañarme…. Vamos, que aún hoy lo sigue diciendo. Fuimos a un cuartillo que había en mi casa junto al zaguán, sacó a rastras una enorme caja de cartón y allí se encontraban todos los regalos, los mismos que, días antes, habíamos elegido en casa de Manuela la de los calentitos, que montaba cada año una efímera juguetería en la calle Real.

               Sin más duelo ni quebranto, llegué incluso a ayudarla a colocar los regalos a los pies del árbol de Navidad, a la espera de que llegaran mi hermano y mi padre, ya que éste llevaba el tractor de una de las carrozas y mi hermano lo acompañaba sentado en el guardabarros (puesto que también ocupé yo transcurridos los años). Aquella noche se me disiparon todas las dudas. Aún estando en el estadio de las operaciones concretas, no me entraba en la cabeza que esos señores que iban en las carrozas se colaran tan sigilosamente en mi casa y, delante de mis narices y sin que me diera cuenta, me dejaran semejante bulto y, encima, guardado en el cuartillo del zaguán. Consecuencia: la “ilusión” de los Reyes Magos la he vivido siempre así, sin traumas, ni nada por el estilo. Mis padres me enseñaron desde bien pequeño a valorar, ante todo, la intención y el cariño con que se hacen los regalos. La dádiva es siempre un gesto de amor de quien la hace para quien la recibe, nunca una recompensa por algún favor o esfuerzo “forzado” (valga la redundancia). Nunca me acostumbraron a moverme en función de premios o castigos.

               Nuestra ilusión (de mi hermano y mía) era otra bien distinta: la de dar con el escondrijo donde mis padres guardaban los regalos de Reyes. Actualmente, entre carcajadas, les reprocho la falta de originalidad que tenían, siempre los guardaban en el ropero de la habitación de matrimonio. Ellos creían que no nos dábamos cuenta… o a lo mejor sí y también disimulaban… ahí radicaba en mi casa el encanto de los días previos al 5 de enero: en ese juego de disimulos.

               Nada comparable a ahora. Aún retumban en mis oídos la reprimenda que me echó un pariente porque le dije a su hija, con toda naturalidad, el “secreto” de los Reyes Magos y, más grave, de Papa Noel, que por qué le había quitado la ilusión. La cosa tendría su sentido a no ser porque ese mismo año la niña hacía la Primera Comunión. Consideré que para ello se necesita una capacidad de abstracción que ya, de entrada, digo que a esa edad aún no se tiene desarrollada.

               Y qué me dicen de los periodistas. Los de Canal Sur se llevan la palma muchas veces. “Sus Majestades los Reyes acaban de llegar a Andalucía”… ¿Es que nadie piensa contar la tradición de los Reyes como eso, como una tradición?. Nos imaginamos la cara que se nos pondría si, al paso de una procesión de Semana Santa, el reportero soltara “Nos encontramos aquí en la calle de la amargura y tenemos con nosotros a María de Nazaret, que, llorando va detrás de su Hijo que va cargado con la Cruz, cuéntenos, ¿qué noticias le ha traído San Juan?”. A veces llegan a tal nivel de estulticia que, en ocasiones, me siento hasta insultado en mi inteligencia.

               Pues eso, felices Reyes, y que la palabra ilusión no tenga en nuestras vidas su significado etimológico (del Latín illudere:”burlarse de…”, “engaño”), porque si no, vamos aviaos.

martes, 4 de enero de 2011

1990 (y II)

               Fue el año del boom de los culebrones venezolanos. Cristal en la Primera Cadena y Topacio, media hora después, en el naciente Canal Sur (que dicen “la nuestra”). A tanto llegó el asunto que hasta desde el colegio nos insistían, una y otra vez, del peligro que corríamos si nos enganchábamos demasiado a estos seriales. Qué poco auguraban entonces a eso llamado “telebasura” y que también empezaba a emerger de manos de las nacientes cadenas privadas. Confieso que en mi casa no se veían (y con esto no quiero ser el típico petulante que dice que sólo ve los documentales de la 2) Simplemente, mi madre lo consideraba un “comecocos” y lo prohibió tajantemente en casa.


               Villarrasa se disponía a seguir celebrando sus fiestas civiles, organizadas por el Ayuntamiento, a pesar del mazazo de la pérdida de su Alcalde. San Vicente se celebró en lo “Alto de la Mesa”, al lado del portal de los cazadores. Fue la última vez que bebí agua del Charco Curda, que conseguimos llenar algunas botellas cuando íbamos de camino hacia el recito por Aradilla. Hacia finales de enero y principios de febrero se celebraron una Misiones, para ello se dispusieron varias casas particulares para celebrar reuniones y convivencias. Se utilizaron formas y maneras que permitió la liturgia post-conciliar y que a mí no me acaba de convencer (¿qué se le va a hacer?, hay aspectos en los que soy bastante tridentino). Y como venían los Misioneros, pues había que sacar a la Virgen para que presidiera las Misiones. Eso de mover la Virgen fuera de su tiempo y lugar, sólo porque venían unos señores a predicar, no fue muy bien recibido en mi gente. Los carnavales vinieron con fuerte levante, tanto que hubo que suspender las actuaciones previstas en la Plaza Nueva. La Semana Santa, que ya empezaba a dar preocupantes síntomas de decadencia después del boom ochentero, nos mostraba por primera vez a la –por entonces desconocida- Borriquita acompañada por una banda de cornetas a los tres años de su primera salida… los mismos que ya llevaba Ntro. Padre Jesús saliendo sólo, en andas y en Vía Crucis.

               Recuerdo, por el mes de febrero, que nos reunimos varios compañeros de clase (mi primo Enrique, Venancio y yo) con la intención de hacer un pasito con una Cruz, al final nos decantamos por poner veinte duros cada uno, comprar arcilla y hacer una Virgen que se quería asemejar a la de los Remedios (pude comprobar las cualidades artísticas de mi padre en el modelado), para acabar dándole más vueltas que a un trompo por mi patio y corral. Aún guardo algún que otro trozo de aquella “falsificación románica” -como la llegué a llamar con el tiempo-. Llevarnos toda la tarde y noche embadurnando la mesa de mi cocina de barro nos costó, a los tres, una “notita a los padres” por no haber realizado los deberes (ahora, eufemísticamente, “actividades”) que teníamos que presentar hechos al día siguiente. Lo que más me encorajó de aquello es que fueron tres ejercicios de Lengua de los más ridículos que bien lo hubiera podido hacer en un santiamén.

               Mayo se nos presentaba con ausencia de équidos, debido a la llamada Peste Equina, lo que propició la suspensión del Romerito de la Santa Cruz del Campo, la supresión de caballos y tracción animal en el de la Santa Cruz de Arriba y un atípico Rocío. Fue el último año en que vino la Legión y el primero de una capilla, aún en construcción, cubierta interiormente de romero. Fue la penúltima vez que el Corpus Christi se celebró en su día (en uno de los jueves del año que brillan más que el sol) y creo recordar que San Isidro estrenó el dorado de su paso y las horripilantes ruedas, cosa que también hizo el Sagrado Corazón de Jesús, aún procesionando así hasta hoy.

               Fue el año del equipo de Jockey sobre patines y las mil y una formas que inventaron para salir adelante y no sólo eso, si no colocarse varios años seguidos en lo más alto, tanto a nivel regional como nacional. No hizo falta ni pabellones, ni campos de césped, ni nada por el estilo. Su desaparición hizo que me creara toda una teoría sobre nuestra forma de ser: somos capaces de llegar a lo más alto, ser los mejores y con brillantez… pero siempre hay algo que impide mantenernos, ¿el qué?, bien me gustaría saberlo para aniquilarlo.

               Aquella Feria de 1990 la recordaré de por vida. Un accidentado comienzo (vaya con el toldito que pusieron en la caseta municipal) para un brillante final. Se quiso recuperar las orquestas a mediodía, Gigantes y Cabezudos, pasacalles. El Casino de Sociedad decía definitivamente adiós, y con él, aquellas ferias que me tiraba en mi niñez correteando, con mis primos, entre las parejas que bailaban “los Pajaritos” o “la Mané” (y ver dónde ponían la mano cuando decían aquello de: “una mané, en la cabecé, y la otra mané en el….. de la compañeré”). El primer año del homenaje a la Tercera Edad y sus dichosos relojes, amenizado por la actuación de Juanito Valderrama y Dolores Abril.

               Pero hay algo que, seguro, todos recordarán de aquel año. Sí, ni más ni menos que el concierto de Loquillo y los Trogloditas. Creo que aquel día Villarrasa se dio de bruces con la modernidad: Hasta aquella fecha, llevar pelo largo, "zarcillitos", pantalones “rotos” y camiseta de colorines era cosa de “pelusos amariconaos” (qué finos). Aquí había que aparentar no sentir ardores hormonales, los solteros sentarse en el “banco de los solteros” (los cuatro de material que había en la plaza) y los que tenían pareja pasear plaza arriba, plaza abajo y así una generación tras otra como un hámster en una rueda. Otra cosa era lo que ocurría de puertas adentro. Sin embargo, ya en los ochenta, la mentalidad se fue abriendo, haciéndolo de golpe y porrazo aquella tarde-noche agosteña. Las calles se llenaron de pandillas, fans del grupo rockero, motos ensordecedoras… hasta entonces eso de besarse en público era poco menos que una falta de respeto, aquella tarde, en la feria, fue toda una bacanal por donde se pasaba, escandalizando a unos y divirtiendo a otros (aunque de entre los escandalizados habría alguno lamentando no haber tenido esas cosas en su época). Todo lo que no podíamos imaginar y que sólo veíamos en la televisión. Dicen que se gastaron mucho dinero en aquel concierto…. Bien empleado estuvo.

               Si han llegado leyendo hasta aquí (premio para el que lo haya conseguido), estas dos entradas son sólo retazos de unos recuerdos que me he encontrado desempolvando el “doblao” de mi memoria. Espero no haber aburrido a nadie.