martes, 28 de diciembre de 2010

1990 (I): En el Cole.

               Ocurre que, últimamente, parece que me acuerdo más de lo que viví hace décadas que de lo de hace años o meses. Ahora que nos enfrentamos a un nuevo año y con esto de que he desempolvado mi "doblao" con lo de aquel dichoso día de la Pureza (véase tres entradas más atrás), pues se me presentan con gran nitidez vivencias y recuerdos de un año que lo viví como un antes y un después en mi vida. Hace veintiún años, ni siquiera se cumple una cifra redonda de él, se me ha venido a la mente y, tal cual, lo comparto con ustedes, si me lo permiten.


               Cursaba 5º de la antigua EGB. Recuerdo la sangría de tutores de aquel año: Don José María Muñiz, que nos daba Lengua y Ciencias Sociales (cuando aún no compartía esa fosa común llamada "Cono"), fue sustituido por Dª Pepi, de La Palma del Condado, y más tarde por otra que aun sin acordarme bien de su nombre (creo que Pepi también), sí sé que era de Badajoz. Era la primera vez que nos impartían clases varios maestros de distintas especialidades. De todos ellos me acuerdo: D. Emilio en Matemáticas, que más tarde fue sustituido por Dª Amparo, que también nos daba Ciencias Naturales, encantadora como ella misma y, me consta, me tenía un exacerbado cariño (qué pena no saber actualmente nada de ella). Dª Aurora, de Niebla, nos daba Religión (cuando la dejábamos, claro). D. Diego Barrera nos daba la parte de Lengua dedicada a la lectura. ¡Ay, aquel Senda con su Clavileño! Qué lástima que los libros de texto, por entonces, se reutilizaban de un año para otro y no haya podido conservar ni uno. Pretecnología nos la impartía D. José María Martínez con un ordenador para cada tres o cuatro, una hora a la semana… y a darle al Logo: “Avanza 30, gira 90, oculta tortuga”… ¡¡Y los talleres!!, de teatro, macramé, ajedrez, mecanografía, literario prensa, fotografía, dibujo lineal, dibujo artístico, jardinería… Aquel año elegí Teatro para el primer trimestre, impartido por Dª Amparo la de Matemáticas, y para el segundo y tercero, mi debilidad: Dibujo Artístico, con la frustración de que no me tocó con D. Rafael, si no con mi tutora (que, dicho sea de paso, no tenía ni idea de dibujo). En líneas generales, recuerdo el colegio como un lugar donde me lo pasaba bomba.

              Quizás esa predisposición mía hacia los “trabajos manuales” me llevaba, en no pocas ocasiones, a ser el elegido de la clase para dibujar o pintar los típicos murales para los días de la Constitución o el de Andalucía. Precisamente, aquel primer año de la última década del siglo XX, el Colegio celebró el 28 de febrero de una forma original aún no superada: Nos desplazamos todos hacia la calle Empedrá, a cada clase nos habían dado una parcela para, con tizas de colores, dibujar los acostumbrados murales pero en el suelo. El día no estuvo exento de anécdotas, como la que protagonizamos un compañero de 5º B y yo (de 5ºA) que acabamos a empujones y algún que otro recalco, ya que me acusaba de pisotear el dibujo de su clase que estaba pegando al de la nuestra. La reyerta acabó con la intervención de cierto profe de Inglés (él sabe de sobra quién es, je, je) que nos separó y nos sentó a cada uno en un umbral distinto. Las vueltas del mundo, que aquel con quien compartí buenos mamporros, haya sido el novio de la última boda a la que he asistido (y no reparé en recordárselo, entre bromas, al entregarle el regalo).

               Hubo dos cosas aquel curso que lo llevé bastante mal, una de ellas, la revisión médica y vacunación reglamentaria. Eso de tener que estar como mi madre me trajo al mundo delante de varios compañeros más, el médico y el ATS, me pasaran por la báscula y tuvieran que inspeccionar detenidamente mi zona noble, la verdad es que no me hacía ni pizca de gracia. Y otra, al igual que otros años: el Cross, que había que correr obligatoriamente por cursos. Huelga decir que el primero por la cola siempre tenía un nombre y ese era el mío. Eso hacía que empezara a tomarme esas cosas con filosofía. Aunque creo recordar que ese año quedé el penúltimo (¿quién sería el flojo o la floja que quedaría detrás de mí?). Diez años después de mi último Cross, me volvió a picar el gusanillo y repetí experiencia con los alumnos de 2º de ESO cuando estuve de prácticas en el colegio. Pude comprobar que en algunos aspectos me pasa como con el vino, mejoro con los años. Créanme que estas vivencias hoy las recuerdo a carcajada limpia.

               Después de las vacaciones nos esperaba un curso que lo recuerdo como el que verdaderamente me enseñó a estudiar, a sudar la camiseta para conseguir unos objetivos: 6º de EGB. Entrábamos en el “Ciclo Superior” o “Segunda Etapa”, y con ella una asignatura totalmente novedosa para nosotros: Ingles. Eso de los centros bilingües era pura ciencia ficción. Nos la impartía el que iba a ser nuestro tutor, D. José Joaquín. Recuerdo, como si lo estuviera viendo ahora mismo, los primeros vocablos que copió en la pizarra para que lo anotáramos en nuestro bloc de vocabulario, fueron: “blackboard, teacher, chair, table, window, eraser” El aprendizaje del primer idioma distinto al materno fue mucho acontecimiento como para que se me olvidara las primeras palabras.

               Aquellos recreos donde nos repartían bolsitas de leche de una -en la actualidad- conocida marca andaluza. Aprendí que el cacao y el azúcar son meras añadiduras y, desde entonces, tomo la leche fría sin aditivos. Mi madre no terminó de ver aquello con buenos ojos, pues le venía a la mente, y así me lo refería, a cuando en la escuela de su niñez la obligaban a beberse la leche en polvo (Vit) que preparaban en los lebrillos del patio de aquel viejo edificio donde hoy se halla el Cuartel. Ni por asomo, aquello era igual.

               Siguiendo con las demás asignaturas (así se llamaban entonces), Matemáticas nos la impartía D. Rafael, a la par, y ese curso sí, que Dibujo Artístico en el Taller. He de decir que sus apuntes, junto a los de Dª. Mari Luz en 8º, me sirvieron para estudios posteriores, con eso lo digo todo. D. Alejo me daba Ciencias Naturales y Sociales. D. Diego, Lengua. D. Fernando, Educación Física (cuando esta la daba el primero al que le tocaba la china). Dª Ángela, la del guardia, Religión… En definitiva, un curso que me enseñó a pasar noches en vela, buscar en enciclopedias (descubrí que no todo estaba en los libros de texto), pasar apuntes a limpio, escribir a máquina (ay… aquellas Olivetti que de tan duras que eran se metían los dedos entre las teclas), a empezar a darme cuenta de que la niñez ya iba de paso.

               Continuará, porque aquel año dio para mucho.

jueves, 23 de diciembre de 2010

Chorreones de cera.

-Qué bonita han puesto la Virgen para la Novena, ¿verdad?
-Cierto, pero no sé en qué norma, regla o estatuto se ordena que se deba celebrar la Novena de diciembre en la ermita.
-¿Otra vez estás con lo mismo?
-Tú dirás lo que quieras, pero la Novena debería celebrarse en la Iglesia, como siempre.
-¡Anda ya, hombre!, ¡con el frío que hace!
-No, si cuando no es el frío es el calor… espero que esa excusa te la hayas sacado tú de detrás de la oreja y no sea la “oficial”, porque, vamos…
-No, es que, fuera aparte de eso, en diciembre no va mucha gente.
-¡Eso no te lo crees ni tú!
-¿Qué no?, además en la ermita se está más recogíitos.
-Eso lo dirás tú, porque incómodo es de necesidad… Si piensas que porque se celebre en la ermita van a venir más gente…
-¡Claro!, ¿quién va a querer ir con todo el frio que hace allá abajo?.
-¡Ay!, creo que acabas de dar con el verdadero problema.
-No, hombre, no es eso, es que…
-Pues, guste o no, allí vamos TODOS a celebrar los eventos más importantes de nuestras vidas y de nuestras Hermandades.






-Oye, qué manto más viejo le han puesto a la Virgen ¿no?
-¡Por Dios!, lo que acabas de decir me produce sarpullíos…
-Es que como lo veo así, como tomaillo…
-Anda, alma de cántaro… que si por ti fuera, serías capaz hasta de meterlo en la lavadora… Pues te informo, estamos ante una de las grandes joyas del bordado no sólo de Villarrasa, si no de la provincia.
-¿Ah, sí?
-Sí, y fue costeado por los pobres de Villarrasa en 1875.
-Huy, cuanto tiempo, entonces ¿por qué te has incomodado por que haya dicho que es viejo?
-Mira… déjalo ya, que tú también serás de los que dicen que las Angustias es románica…
-Pues el otro día en Sevilla entré en una tienda del centro y allí había unas telas para mantos… unas tocas… unos brillos… ¡qué monería! Y pensé, lo bien que estaría la Virgen con esas cosas.
(Desmayándose) -¡Dios mío!






-(por móvil) Niña, venga date prisa y tráete al niño, ¡que ya van a salir los campanilleros!
-Señora, no es por meterme donde no me llaman, pero no son los campanilleros los que salen, si no el Rosario de Luminarias.




-Toda una delicia escuchar, a ritmo de campanilleros, las antiguas coplas de la Virgen, algunas, como las de “Nos dio en Vos la Providencia”, se me asemejan en rima y métrica a aquellas famosas de Miguel Cid (“Todo el mundo en general”) que escribió durante la vorágine inmaculista de la Sevilla del siglo XVII.
-Todo lo que tú quieras, pero esto pega en la Víspera.
-Por supuesto.






-Oye, ¿te has fijado en el lazo negro que han puesto en el llamador?
-Sí, me he fijado… nunca he visto nada igual en este paso.
-Pues ya, con esto, se ha creado un precedente…
-Desgraciadamente, sí.
-¿Por qué desgraciadamente?
-Porque no hay cosa que afee más un paso que un crespón negro.
-Pues vete acostumbrando a verlo siempre.
-¿Por qué?
-¿Acaso tu eres capaz de discernir de entre los hermanos, aquellos más o menos merecedores de llevarlo?
-Ya son ganas de buscar polémica donde nunca ha existido.






-Es de agradecer siempre actitudes maduras como la de suprimir (posponer en este caso) la procesión ante inminente riesgo de lluvia. Creo que salvaguardar una Imagen de tales características, antigüedad y devoción, es un aval más que suficiente como para tener que andar demostrando nada. Un 10 por la decisión tomada, es mucho lo que se pone en juego.






-Qué bonito era cuando el paso se llevaba a banzos, ¿verdad?
-Hombre, aquello tenía su encanto, pero vamos, ahora también va muy bien.
-No, ya, si eso no lo discuto… pero no sé… lo propio de cada lugar tiene su pellizco, su “nosequé”, se sentía como más del pueblo, más nuestra. Aún recuerdo cuando las calles eran de tierra y se formaban unos lodazales de mil demonios y los hombres que llevaban el paso no tenían más remedio que remangarse y ponerse botas de agua.
-ja. Ja, ja, qué fuerte, ¿no?
-Pues nada comparable a esos costales multicolor, camisetas de tiranta y pantalones remangados merodeando en pandilla delante del paso por medio de la procesión.
-Pues sí, hay detalles que hay que cuidar y saber el lugar de cada uno, sobre todo si se viene invitado.




-No me canso de alabar a ese ramillete de adolescentes que forman el cuerpo de acólitos. Cuánto hubiera deseado una cosa así en mi época de jartible. Qué bueno comprobar que la vergüenza y el pudor van dejando paso a ideas frescas y claras. Una vez más, chapó por ellos.






-Hace años que no voy a la Puja, no sé, en ocasiones me resultaba un pelín exhibicionista, ¿no crees?
-Hombre, eso forma parte del juego. Es una tradición hondamente arraigada en nuestro pueblo. Y tiene que ser así para que perviva.
-Si ya, pero que no se olvide que también hay devotos que, sin que lo sepa nadie, se han dejado auténticas fortunas a beneficio de la Hermandad.
-Por supuesto, pero ya se sabe que de todo ha de haber en la viña del Señor. Y todos son igual de necesarios.

martes, 14 de diciembre de 2010

EL GRANO DE MOSTAZA (II): El 18 de diciembre.


               Si me preguntan cual es el día más villarrasero, sin duda alguna respondo que el 18 de diciembre. Ese día estamos todos: los que están y los que se fueron, los creyentes y no creyentes, los que pudieron pedir permiso en sus trabajos y los que no pudieron… da igual, estamos todos, no falta nadie. Y es que, el 18 de diciembre es, quizás, la fecha más señalada en rojo del calendario villarrasero.


               Todos los días de fiesta de mi pueblo son importantes, pero para mí, los que sobresalen en el año, con distintas motivaciones, son: Los días en que sale mi “Coloraita”, el día del Corpus y el 18 de diciembre… de todos los demás puedo prescindir (aunque sé que llegará el momento en que también prescinda del 18, por razones ajenas a mi voluntad).

               Como todo lo bueno, breve. Todo en un solo día, quizás es el día de fiesta mejor conservado tal cual lo hacían nuestros abuelos, aunque sea lo único de toda la programación de actos que conserve su carácter de siempre: Función por la mañana, Procesión de escasas dos horas y pico a la Teneria, bendición del romero, Puja… Siempre he sentido especial predilección por las fiestas de diciembre, incluso más que las del 15 de agosto (o lo que queda de lo que fue) porque las encuentro más propias, más nuestras.

               ¿Cuántas veces ha amanecido el día cerrado en aguas, estar en la Función Votiva con la vista puesta en los ventanales con intermitentes “escandilazos” y a la hora de salir la procesión, ver un espeso rayo de sol cruzar la puerta hacia dentro formando un cartabón perfecto? Así de veces. ¿Quién no se ha dejado embrujar por la luz anaranjada del mediodía de diciembre jugueteando con el dorado del paso a la altura de la plaza Vieja, ya de regreso?, ¿Quién no se ha dejado fotografiar por el “Múo” delante del paso en la puerta de la ermita?, ¿quién no ha disfrutado en la Puja, cuando, antes el Mezquito, ahora Pepín, se dice: –“Postura para esta ristra de zorzales cazados esta misma mañana para la Virgen” –“Quién da más de 6000 euros por este nardo que ha llevado del paso”?. ¿Quién no ha sentido ese impulso de invitar a todo kiski de fuera para este día?. ¿Quién no ha inaugurado su reunión de Navidad un 18 de diciembre y sólo Dios sabe cómo terminó la jornada?...


               Y lo mejor, es que no es algo forzado para recuperar antiguas costumbres, ni teatros por el estilo… Es espontaneo, se vive, se espera, se siente. Simplemente. Lástima que últimamente parezca que nos gusta más meter palera en nuestras cosas, movidos por una falsa modernidad, cuando la tónica lógica y general sería la de aumentar, enriquecer, añadir… pero eso ya tendrá cabida en otros artículos. Hoy quiero quedarme con lo esencial, con el cogollo siempre dulce de nuestras formas de sentir y expresar.

               El Reino de los Cielos es como el grano de mostaza. Sin lugar a dudas, el reino de los cielos de Villarrasa nace de este grano que lleva germinando 507 años.


domingo, 5 de diciembre de 2010

El día de la Pureza de 1989

               Desde siempre he escuchado a mis mayores llamar a este día así: “La Pureza”. Cada vez que llegan estas fechas, mis padres siempre evocan recuerdos de cómo pasaban este día en su niñez. Los dos confluyen en que era la época propia de la matanza del cochino. Mi padre cuenta cómo un pariente suyo hacía ésta labor en pleno porche de la Iglesia. Nos podemos imaginar el regajo que entonces era la actual calle La Torre, sus alcantarillas junto al "cortinar" que daba frente a la puerta de poniente (la que está cegada), además de la algarabía que supondría los característicos chillidos del animal mientras la gante se encontraba en Misa. Se me antojan estampas costumbristas de una época que ya no volverá (en parte, afortunadamente) y que mi progenitor evoca con simpatía y a veces con toques de humor.


               Con talante distinto lo recuerda mi madre. Para ella, la llegada del día de la Pureza suponía un trago de los de “pase la mala hora”. Igualmente en su casa, la de mis abuelos maternos, se hacía la matanza del cerdo. Para mi madre, amante -yo diría que casi obsesiva- de la limpieza, suponía un auténtico trauma el hecho de que el animal tuviera que estar desde la víspera abierto en canal encima de la banqueta en medio de casa, a la espera de que el matarife terminara de ejecutar la faena al día siguiente… “y no te ensucies la ropa, que esta tarde sale la Virgen”. Simplemente cosas de pueblo, además de un pueblo que nunca ha emulado no serlo. Lo es, lo parece y lo vive como tal. Haciendo de lo cotidiano solemne y de lo solemne cotidiano.

               Sin embargo, a mis 31 años también guardo en el “doblao” de mis recuerdos algún que otro día de la Pureza digamos que peculiar. 8 de diciembre de 1989. Jamás se me borrará de mis retinas lo vivido aquel día. Anímicamente no andaba muy allá, la verdad es que la trágica muerte en accidente de tráfico de nuestro querido, recordado y llorado alcalde D. José María Boza Benavente semanas antes, tuvo en mi casa el mismo efecto que una auténtica bomba; no en vano, además de ser familiar cercano, era fiel amigo de mi padre y ambos compartían ilusionantes proyectos fruto del ardor que sentían (y bien me consta) por su amada Villarrasa y que más tarde se verían materializados.

               La madrugada de aquel 8 de diciembre fue de lluvias torrenciales, vientos y tormentas (recuerdo un invierno muy parecido al pasado de 2010). La mañana amaneció con una quietud sospechosa. Nadie se podía imaginar lo que iba a ocurrir varias horas más tarde. Como quiera que fue, para ese día se nos citó por la mañana a los niños de 5º de catequesis a una celebración que, en principio, se haría en la ermita de los Remedios con motivo del día de la Inmaculada Concepción. Hubo, sobre la marcha, que desistir de la idea ya que a esa misma hora se estaba preparando la Imagen de nuestra Patrona en sus andas de traslado, puesto que ese mismo día por la tarde se llevaría (como era tradición) a la Iglesia para celebrar la Novena.

              Mientras las catequistas decidían qué hacer, aguardábamos los repentinos chaparrones que se levantaron en el zaguán de la casa de la ermita donde vivía Don Rafael y su hermana Doña Carmen (siempre en el recuerdo nuestro querido D. Rafael Infante de Cos, que tanta buena semilla sembró en su pueblo que es el nuestro). Cuando acertó a medio escampar, nos llevaron al Hogar parroquial para tener unos momentos de asueto antes de la celebración. A lo lejos vi a mi hermano como un poseso asomarse al postigo entreabierto de la puerta de la Iglesia, cuando pudo divisarme, corrió hacia mí con la cara desencajada preguntándome insistentemente si me encontraba bien, que si no me había pasado nada. Extrañado, le dije que no me pasaba nada. A esto, un compañero de clase se acercó en bicicleta –llegaba tarde- diciendo a voz en grito -“¡anda que el viento ha hecho poco en el Prao!”. En un principio pensé en la infernal madrugada que había hecho, mi hermano se marchó ya más tranquilo de verme “sano y salvo”, no le di más importancia al asunto y proseguimos con la celebración de los niños de catequesis de manera recogida (muy raro en unos cafres como nosotros) en la capilla del Sagrario de la Iglesia.

               Cuando me dirigí de regreso a casa, ya pasada la una o más del mediodía, conforme me iba acercando iba viendo un panorama que me dejaba boquiabierto a cada paso y que me hacía pensar que algo “gordo” había sucedido: tapaderas de depósitos estrelladas en el suelo, trozos de tejas, persianas rotas y descolgadas, farolas y antenas de TV vencidas, trozos de “uralita”, cristales por doquier, me llegué a enterar incluso que parte de la estructura de un tejado había ido a parar al tendido eléctrico ferroviario… cuando doblé la esquina de mi calle y vi a mis padres asomados a la puerta conversando con otros vecinos más sobre lo que había ocurrido, casi echo a correr hacia ellos esbozando un sollozo (¡qué manteca era por entonces!), no por nada, sino que tanta confusión e información entrecortada me provocaba cierta angustia.

               Comprobé que al poco de marcharme por la mañana sobrevino un tornado (rarísimo fenómeno por estos lares) en la zona donde vivo, y de ahí la desazón de mis padres y hermano por saber de mi estado. Lo que no sabían era que había afectado sólo a una parte del pueblo, sin sentirse siquiera en la zona donde me encontraba en ese momento. A pesar de la gravedad de lo ocurrido, no faltaron las anécdotas más o menos simpáticas como aquel mulo que, pasada la ventolera, apareció en medio de una calleja (creo que la calle Agricultores) sin embargo las puertas del corral (“la portal”, vamos) estaban cerradas a cal y canto -“¿habría volado?”-, se preguntaban absortos los que se acercaron al lugar. Con el tiempo pienso si aquello sería puro canelo o realidad, de todas formas no deja de tener su punto gracioso. Mi casa, en particular, quedó bastante mal parada a causa de aquello; era de las antiguas de muros anchos de laja y tierra, y arquerías de medio punto en el “doblao”. Tuvimos que comenzar el laborioso proceso de proyección y construcción de una nueva.

              Quién diría que aquel aciago día para Villarrasa saldría a la calle la que es su Medicina, y como tal, todos los ojos tornaron a Ella, pues había que agradecerle el que no hubiera ocurrido desgracias mayores. Almorzamos con el susto aun metido en el cuerpo cuando, a eso de las 4 o 5 de la tarde llegó mi hermano diciendo que la Virgen iba a adelantar su salida y que saldría ya de inmediato (por entonces, el traslado de diciembre se efectuaba, como muy tarde, a las 18,00 horas). Mi madre casi riñó al mensajero diciendo que qué locura era esa de sacar a la Virgen tal y como estaba la tarde y, encima, sonando tormenta. Efectivamente, entre trueno y trueno, se dejó oír una salva de cohetes y el repique de la campana de la ermita. -“¡Qué locura!”- no dejaba de escucharse en mi casa mientras nos arreglábamos para asistir al traslado -“mira que si estando en la calle le llueve… ¡¡¡que son quinientos años los que tiene!!!”. Cuando llegamos, ya la Virgen iba camino de la Plaza Vieja (creo que llevaba el manto crudo brocado), al fondo, no paraban los relámpagos, aunque no cayó una gota durante el breve recorrido. Fue una imagen sobrecogedora. Recuerdo cómo una venerable señora muy devota de la Virgen (de las que ya cuesta trabajo encontrar) al mirarla durante el traslado, le dijo: “Ay, madre mía de los Remedios, se te ve la cara pálida y triste, parece que no auguras nada bueno” Aquellas palabras salidas obviamente de los ojos de su alma más que de los de su cara, se me grabaron de tal manera que los hechos posteriores me hicieron creerlo a pies juntillas. Fue un diciembre bien movido... Es un dicho muy común en mi pueblo que si llueve para la Pureza, llueve también el 18… y vaya si acertó aquel año. Y por si fuera poco, al día siguiente de madrugada se produjo un terremoto, el primero que sentí en mi vida… ¡vamos! como para no tener en cuenta las palabras de aquella señora.

               “Demasié pal body”, como diría aquel, en un niño de apenas 10 años.


Recorrido aproximado que hiciera aquel fenómeno atmosférico que azotó Villarrasa aquel inolvidable día de la Pureza de 1989.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Reacciones...

Visto y oído en la calle Misericordia el pasado fin de semana:


— ¡Huy, están tirando cohetes!, seguro que ya la han traído, vamos a acercarnos.
— Pero, ¡a dónde vas lloviendo a las doce de la noche y en pijama, si la misa no es hasta mañana!


— ¿A dónde vas tan temprano, si aún no han dado el primer toque?
— A coger un buen sitio
— Anda, no tengas tanta prisa, que seguro que aún no hay nadie.
(un cuarto de hora más tarde, por móvil) —Tú qué me decías, ¿que no había nadie? Acaban de dar el primer toque y está la ermita a rebosar.


— ¡Niño! (con muy malos modales), ¡quítate de en medio que no veo!
— Señora, que la ermita no es suya.
— ¡Anda y vete a tu casa!
— Aguántese que aquí tenemos que caber todos.
— Esta juventud, qué poca vergüenza.
— Tenemos a quien parecernos, señora, y usted es buen modelo a seguir.




— Uuufff, ¡qué calor! abrid la puerta de la calle, que aquí con tanta gente nos vamos a atufar.
— Para eso hay que pedir permiso a la directiva.
— Cual, ¿la del Real Madrid?
— No digas tonterías, la de la Hermandad.
— Ah, vale, a la Junta de Gobierno.




— Si no fuera porque se nos caerían las bóvedas, ahora mismo le metía un espiochazo a los pilares…
— Por qué, ¿qué te pasa?
— Es que no veo nada, si al menos fueran transparentes.
— ¡Ja, ja, ja! qué cosas tienes, tendrás que esperarte a que termine la Misa.




— Hay que ver qué bonita que es la Virgen.
— ¿Y hasta ahora no has caído en ese detalle? pues anda que la Virgen no lleva años aquí.




— Le han dejado la cara divina, qué colores le han puesto”,
— ¡Por Dios, qué ocurrencia!, la cara ha tenido siempre esos colores, sólo que le han hecho una  limpieza… a lo mejor tú te crees que restaurar es maquillar.




— ¿La has visto con la mantilla? ¡qué cosa más linda!
— Pues claro, para algo tengo ojos en la cara.
— Es que está guapa, pero guapa de verdad ¿no te has fijado?
— Cierto, se ve más cercana, más entrañable y demuestra que con todo lo que se ponga luce.
— Pero es que está como nunca, es que es algo que no se ha visto en la vida, ¡es un descubrimiento una Virgen con mantilla!
— “Pa" descubrimiento el de la pólvora, vamos. Pues siento decirte que ya está todo más que inventado.
— ¡Ah!, ¿sí?
— Sí, ya la han puesto así en varias ocasiones…
— ¡Huy!, ¿cuándo?
— Pues hará unos diez o doce años en un besamanos… ¿que si por aquel entonces ya existía la Hermandad?… ¿que no?, vale, no porfío, lo que tu digas.
— No porfío, es que no recuerdo. Y ¿cuándo más?
— También se ha puesto así en su camarín en alguna ocasión y para los 250 Aniversario del Voto.
— ¿Qué voto?
— Cual va a ser, ¿el de Valverde?... pareces que no estás en el mundo... el que hicieron los cabildos civil y eclesiástico cuando el Terremoto de Lisboa, quisieron vestirla como aparece en un grabado de la época.
— ¡¡Aaaaahhhh!!, cuánta historia tiene nuestra Virgen.
— Más de la que tú te imaginas.
— Pero vamos, que aquí en Villarrasa no se ha visto nada igual, ¿verdad?
— ¿Que no?, a la Virgen de los Dolores y a la del Rosario le ponen mantilla cada dos por tres… ¿que no sabes cual es?... cuando entremos en la Iglesia yo te la señalo. Otra cosa es que nuestra Patrona tiene ese “nosequé” que tanto nos atrae.
— Por eso mismo, no me negarás que está bellísima.
— Eso por descontado. Por cierto, entre tu y yo ¿no ves los pendientes que le han puesto un pelín grandes?
— ¿Grandes?, ¡anda ya!, qué cosas tienes.
— No es por nada, es que estas prendas suelen ser regalo de los devotos y en la corona hay dos cubanas más pequeñas que en su día, hace bastantes años, no se las pusieron porque las consideraron demasiado grandes… claro, también estamos hablando de otra época.
— Pues para mi gusto los que tiene puestos les va ideal, ideal con la mantilla, tú échame cuenta a mí que de esto entiendo un rato.
— Ya veo ya. Otra cosa, ¿no dices nada de cómo resalta el dorado la Virgen con el fondo que le han puesto?, es el manto rojo que sacaba en diciembre ¿no te has dado cuenta?. ¿Y los centros de flores? sencillos y elegantes, como nos tienen acostumbrados. 
 — ¡Ah... si!, es verdad, no me había fijado.
—  Es que no se ven... será por eso.


— Oye, que digo yo que después de haber desfilado media Andalucía por el IAPH en la Jornada de puertas abiertas y después de que la otra media la haya visto por televisión, qué mas hubiera dado haberla presentado a su pueblo sin nada, ¿verdad?
—Pues la verdad es que hubiera sido una oportunidad de hacer algo inédito e irrepetible para la historia. Pero bueno, también ha estado fantástico lo que se ha hecho. Lo importante es que Ella está de nuevo con nosotros.




— Qué bien han estado los acólitos en la Misa, ¿verdad?
— Cierto, chapó por ellos.




— Escucha, este año que dicen, que se va a hacer la Novena de diciembre otra vez en la ermita?
— ¿No has leído el programa?, ¡qué te gusta que te regalen los oidos!, pues parece ser que sí.
— En fin, para algunas cosas hay que cumplir las Reglas a rajatabla y para otras, ya ves.
— A mí no me parece mal del todo, sólo que eso de trasladar la Virgen en su paso, con sus flores ya puestas el día antes… no sé yo qué decirte.
— Habrá que mírarlo por el lado positivo, este año no, pero cuando el 18 caiga en día laborable es una oportunidad de verla en la calle para los que ese día señalado marchen a trabajar fuera.


— Detallazo el de las dependientas del supermercado, ¿que no?
— Además de verdad, cosas así hacen que se me pongan los vellos de punta.
— ¡Anda! ¿y eso?
— Pues porque se demuestra que la devoción a Ella es algo que llevemos muy hondo, que surge espontáneo, sin cronómetro, sin ensayo, sin forzarlo, sin "aplausitis petalae"... como siempre ha sido Villarrasa con Ella, como siempre somos con nuestra Madre.
— Amén.